La Reforma Agraria con enfoque ambiental hacia los derechos bioculturales de los campesinos
Este año se cumplen 30 años de la Ley 160 de 1994, que creó el Sistema Nacional de Reforma Agraria y Desarrollo Rural Campesino. Queremos reflexionar sobre los cambios que ha vivido el campesinado en estas tres décadas, lo que nos invita a continuar construyendo nuevos paradigmas sobre la reforma agraria en un país megadiverso.
La Reforma Agraria en Colombia va más allá de la redistribución de tierras; debe ser un compromiso profundo de escuchar a un país acosado por el acaparamiento y el desplazamiento forzado, que ha dejado un campesinado diverso profundamente ligado a ecosistemas de alta importancia ambiental. La reforma agraria es una deuda con quienes han sabido resistir y construir apuestas de cuidado, reproducción de la vida y la cultura en el país. Es una deuda con la trayectoria vital de las comunidades campesinas y los ecosistemas que han habitado históricamente.
Bajo esta construcción histórica del campesinado, es esencial considerar la dimensión cultural, social y ambiental, respetar su arraigo y construir con ellos. Hoy más que nunca es necesario dar pasos hacia la justicia agraria. El campesinado se encuentra arrinconado en áreas donde la producción tiene grandes retos, mientras que los grandes terratenientes poseen miles de hectáreas en las zonas planas de los valles interandinos. El Catatumbo es una muestra de ello, esta es una región con grandes conflictos territoriales e interétnicos entre campesinos e indígenas por pequeños pedazos de tierra en los lugares más apartados de esta región, mientras que en Sabana de Torres, al recorrer las carreteras por horas, el viajero sólo ve extensos monocultivos de palma y ganadería. A pesar de esta injusticia agraria no se puede desconocer que ya existen unas relaciones culturales, ambientales y sociales muy valiosas que han gestado derechos bioculturales campesinos que deben ser protegidos y fortalecidos en esos territorios, sin descuidar la lucha por la redistribución de la tierra.
Todo lo anterior nos hace pensar que no solo hablamos de reforma agraria, sino que nos devuelve 7 años atrás a recordar la relevancia de una Reforma Rural Integral que contenga un claro enfoque ambiental, que permita realizar zonificaciones ambientales participativas que garanticen la llegada y protección de derechos sociales, políticos y sobre todo bioculturales del campesinado que hoy ha generado arraigo territorial a los páramos, selvas y otros ecosistemas de alta importancia o al campesinado amazónico y paramuno.
«A pesar de esta injusticia agraria no se puede desconocer que ya existen unas relaciones culturales, ambientales y sociales muy valiosas que han gestado derechos bioculturales campesinos que deben ser protegidos y fortalecidos en esos territorios, sin descuidar la lucha por la redistribución de la tierra.»