Autoras: Lideresa ASCATRUI – Catalina Oviedo
El día 19 de Noviembre de 2022 se celebraron los diálogos regionales vinculantes en el Guaviare , después de tres años de frustración y reuniones inútiles con funcionarios, intercaladas con asambleas campesinas, talleres, encuentros y conversaciones extensas sobre cómo deberían habitar el campesinado las áreas con determinantes ambientales como la Zona de Reserva Forestal de Ley Segunda de 1959 en un lugar como la Amazonia. La esperanza nos embargó el alma en ese día histórico mientras escuchamos con humildad e inspiración las palabras de la lideresa ambiental que nos permitimos compartirles a continuación:
Soy mujer, lideresa ambiental, vengo del municipio de calamar para ser la voz de las mujeres rurales de nuestro municipio. Es nuestro deseo comunitario manifestar la necesidad de crear una Zona de Reserva Campesina en el municipio de Calamar para hacer el cierre de la frontera agrícola.
La incertidumbre de no saber qué va a pasar con nuestro territorio nos está matando psicológicamente, ese territorio que ha sido ocupado desde hace más de 30 años y que hoy el estado pretende desconocer, y que pretenden darle como figura jurídica un contrato de uso de suelo que en nada nos beneficia.
Miren señores la mujer rural es la base del hogar, es la que se encarga de dar la educación primaria en la formación de la personalidad de un niño, la que va de los cero a las siete años, momento en que enseñamos el amor por la naturaleza, a cuidar, a conservar y a cultivar siendo amigables con el medio ambiente.
«…no queremos que se siga derribando una hectárea más de bosque primario, derribarlo gasta un día, para recuperarlo se necesitan 40 años.«
Pero lastimosamente, la mujer rural no se le ha dado la importancia que merece, y es que nosotras en promedio gastamos 16 horas al día, produciendo, elaborando, vendiendo, recolectando leña, cultivando, preparando alimentos, cuidando los hijos, el esposo, los animales de patio; a pesar de todo esto nuestros ingresos son insuficientes para adquirir los bienes y servicios necesarios para satisfacer nuestras necesidades básicas.
Las mujeres rurales tenemos el potencial para participar en el desarrollo económico, político y social de nuestra región, por ello, se deben impulsar políticas públicas que nos permitan el acceso equitativo al desarrollo. Es vital para nosotras tener la estabilidad psicológica que brinda la seguridad de salvaguarda legal de nuestro territorio, en este caso el reconocimiento de la figura de Zona de Reserva Campesina.
Es en la siembra del amor por conservar que le transmitimos a nuestros hijos donde se genera el cambio , no queremos que se siga derribando una hectárea más de bosque primario, derribarlo gasta un día, para recuperarlo se necesitan 40 años. Para evitar esto es necesario un real trabajo conjunto entre gobierno y campesinos donde sean tomados en cuenta nuestros aportes a este cambio.
Finalmente, después de acompañar este espacio y participar de primera mano en los diálogos nos surgen reflexiones y recomendaciones que consideramos fundamentales para escenarios futuros.
Para participar en estos diálogos se debía realizar un proceso de inscripción que podía ser mediante un link dado por el Departamento Nacional de Planeación o directamente el día del diálogo. Las mesas de participación se dividían en dos: Ejes de cambio y poblacionales. Dentro de los ejes de cambio encontrábamos: Ordenamiento Territorial, seguridad humana y justicia social, Derecho humano a la alimentación, Economía productiva para la vida y lucha contra el cambio climático y Convergencia Regional. Por su parte en las mesas poblacionales estaban: Mujeres, Campesinos, Afro, Indígenas, LGTBIQ+, discapacitados y para el caso del Guaviare se abrió un mesa sobre Deforestación.
Dentro de los actores claves del diálogo se encontraban quienes participamos como población de la sociedad civil y facilitadores ya fuera del Gobierno o de organizaciones de la sociedad civil. La metodología estuvo precedida por actos protocolarios que dilataron el inicio de las mesas hasta las 11:30 am, lo que nos daba un aproximado de 3 horas de diálogo ya que estas mesas debían cerrar alrededor de las 2:30- 3:00 pm,.
Esta metodología tenía tres preguntas claves: Cambios deseados, dentro de lo que se debía describir la problemática central y el alcance del cambio (nacional, regional, departamental o local) en clave de acciones y proyectos.
Uno de los puntos claves y neurálgicos sigue siendo las metodologías participativas, por lo que comenzaremos diciendo que: nos deja un sin sabor el difuso papel que cumplieron los funcionarios públicos en este escenario, quienes eran los delegados para la facilitar, sin embargo su papel se limitó a la explicación de la metodología ya que no podrían en dirigir la discusión, por lo que dentro de la mesas de participantes tuvimos escoger un (1) relator y un (1) moderador. Entendemos, que el principio de esta decisión se basó en que no existieran sesgos ni influencias sobre las apuestas o cambios que expusimos los participantes, sin embargo esto dificultó la generación del diálogo, al quedar la implementación de dicha metodología en manos de los participantes, quienes conocimos la metodología apenas unos minutos antes de aplicarla. Desde el principio el encargado del DNP del diálogo hizo hincapié en que la responsabilidad sobre las propuestas que quedarán en Plan Nacional de Desarrollo eran del público, generando de nuevo cargas desiguales entre la ciudadanía y el gobierno.
Las dificultades del diálogo para desarrollar propuestas frente a la generación de cambios y la definición de acciones concretas las evidenciamos en las mesas más neurálgicas como la de ordenamiento territorial. En esta mesa se inscribieron aproximadamente 100 personas, dicho grupo se dividió en subgrupos de 20, dejando 5 mesas de trabajo alrededor de este eje de transformación. Estas mesas eran claves para definir cómo las personas que habitan un área de importancia ecológica y con complejos ordenamientos territoriales como el Guaviare, comprendían y proyectaban la necesidad de cambios frente al uso, ocupación y tenencia de la tierra. No obstante, algunas de ellas solo se limitaron a llegar a la conclusión de la necesidad de tener seguridad jurídica sobre la tierra, sin ahondar en el cómo se expresa esa seguridad jurídica para la gente; desconociendo así que existen ya apuestas por parte de quienes habitan estas zonas como por ejemplo: Actualización del Plan de Desarrollo Sostenible de la ZRC de Guaviare, implementación del límite de la extensión de la propiedad rural dentro de ZRC del Guaviare que tiene serios proceso de acaparamiento territorial, Implementación de nuevas ZRC que permitan aumentar y fortalecer la gobernanza local y ambiental de quienes habitan esta zona, las propuestas de modificación que tienen campesinos sobre el acuerdo 058 sobre contratos de derechos de uso en baldíos inadjudicables de la nación y finalmente, la resolución de conflictos interétnicos ocasionados por el traslape de figuras como el Resguardo Indigena Nukak, la ZRC del Guaviare y la ZRF de ley segunda.
Bajo este escenario consideramos fundamental que las metodologías participativas propuestas por un gobierno de cambio para estos espacios tan importantes, no se limiten a entregar a la gente herramientas para recoger propuestas sueltas, que como resultado dan una lista de mercado que no permite visibilizar los cambios estructurales que necesitan las regiones históricamente olvidadas. Así mismo invitamos a que el Gobierno del cambio, que ha tomado dentro de sus apuestas una agenda popular, pueda formar a sus funcionarios públicos en la efectiva facilitación de metodologías y no se siga escogiendo el camino más cómodo. Les aseguramos que una correcta capacitación sobre metodologías participativas, no tendrá afectaciones sobre la participación, en cambio estos funcionarios podrían facilitar la construcción de conclusiones, necesidades y apuestas comunitarias concretas y realistas. Sabemos que estos funcionarios pueden guiar metodologías que permitan una participación para el cambio.